Teoría de las «ventanas rotas» en la lucha contra la violencia en los campos de fútbol

  1. I. INTRODUCCIÓN

Los últimos acontecimientos en el fútbol suramericano indican una creciente violencia en las canchas de fútbol he aquí se sigue viendo, a cada semana, en algún lugar del mundo, especialmente en Suramérica, escenas dantescas de alguna de tragedia que podría haber sido evitada.

Estos incidentes nos llevan a reflexionar que las causas de la violencia en las canchas de fútbol no han sido atacadas en su raíz. De hecho que haya cada vez más prevención y se eviten actos de vandalismos de los hinchas frente a las medidas preventivas, dispositivos de seguridad y leyes. Sin embargo, hay mucho que hacerse.

Alrededor del globo, especialmente en Europa y en los Estados Unidos hay experiencias de éxito en el combate a la violencia.

La relación entre violencia y deporte es muy compleja con más visibilidad al fútbol debido a su dimensión e importancia como uno de los principales fenómenos socioculturales del Siglo XX. A causa de esta complejidad no hay un consenso a respecto de las causas y soluciones para la violencia en las canchas de fútbol.

Al analizarse los casos de éxito en el combate a la violencia se destaca la aplicación de la Teoría de las Ventanas Rotas, basándose en la verdadera revolución en la ciudad de Nueva York que en tres años ha reducido a mitad el número de delitos.

Dos criminólogos de la Universidad de Harvard, James Wilson y George Kelling, publicaron la teoría de las “ventanas rotas” en The Atlantic, en marzo de 1982.

La teoría se basa en un experimento realizado por Philip Zimbardi, psicólogo de la Universidad de Stanford, con un automóvil dejado en un barrio de clase alta de Palo Alto (California). Durante la primera semana del test, el coche no fue damnificado.

Pero, después que el investigador rompió una de las ventanas, el coche fue completamente destrozado y robado por grupos vándalos, en pocas horas.

De acuerdo con los autores, si se rompe una ventana de un edificio y no se la arregla inmediatamente, pronto todas las otras serán rotas también. Algo semejante se pasa con la delincuencia.

En este texto se busca demostrar cómo, a partir de la Theory of Broken Windows, se puede conseguir una drástica reducción en las tasas de criminalidad y violencia en las canchas de fútbol.

  1. II. LA TEORÍA DE LAS VENTANAS ROTAS Y SU EFECTIVIDAD EN EL COMBATE A LA CRIMINALIDAD

La Theory of Broken Windows fue difundida en 1982 por el científico político James Q. Wilson y por el psicólogo criminólogo George Kelling, ambos americanos, cuando publicaron en la revista Atlantic Monthly un estudio en el cual, por primera vez, se establecía una relación de causalidad entre desorden y criminalidad.

El título del estudio era The Police and Neighborhood Safety (La Policía y la Seguridad de la Comunidad), y los autores usaron la alegoría de las ventanas rotas con el intuito de ilustrar como el desorden y la criminalidad podrían, gradualmente entremeterse en la comunidad, llevando a su decadencia y a la consecuente disminución de la calidad de vida.

Los autores han defendido que si se rompiera una ventana de una fábrica o de una oficina y no se la arreglara inmediatamente, las personas que pasaban por allí iban a concluir que nadie se importaba con ello y que, en aquella localidad, no había autoridad responsable por el mantenimiento del orden.

Pronto, otras personas empezarían a tirar piedras para romper las otras ventanas y en un rato todas las ventanas estarían rotas. A seguir, quienes por allí pasaran, iban a llegar a la conclusión de que faltaba un responsable por aquel edificio y/o por la calle.

Así se iniciaba la decadencia de la calle y de toda la comunidad, pues, frente al abandono, sólo dos desocupados, los bandoleros, o personas con tendencias criminales, se les apetecerían tener algún negocio o hasta mismo vivir en un bien decadente.

De esa manera, las personas de bien abandonarían su localidad, dejando el barrio a merced de los bandoleros. Así, pequeños desórdenes llevarían a grandes desórdenes y después, al crimen.

En ese sentido, la materia del Periódico Español, El País:

“El mensaje es claro: una vez que se empiezan a desobedecer las normas que mantienen el orden en una comunidad, tanto el orden como la comunidad empiezan a deteriorarse, a menudo a una velocidad sorprendente. Las conductas incivilizadas se contagian.”

A causa de la imagen de las ventanas rotas, el estudio es conocido como Broken Windows, y presentó fundamentos de la política moderna criminal americana que, en mediados de la década de noventa, fue implantada con mucho éxito en la ciudad de Nueva York.

Bien, según la teoría de las ventanas rotas, si una propiedad es abandonada, el césped crece, una ventana es rota, adultos dejan de reprender a los niños y a los jóvenes bandoleros que, si son motivados, se ponen más bandoleros. Por eso, familias se mudan de aquella comunidad y adultos, sin lazos familiares, se mudan para allá. Finalmente, el desorden se establece, provocando un aumento de la criminalidad.

La teoría presentada por Wilson y Kelling se basó en una experiencia ocurrida en 1969, en la Universidad de Stanford (EUA), cuando el Profesor Philip Zimbardo se los dejó abandonados dos vehículos en vía pública; dos vehículos idénticos, de la misma marca, modelo y color.

Uno de los vehículos fue dejado en Bronx, cerca de una zona pobre y conflictiva de Nueva York y el otro en Palo Alto, una zona rica y tranquila de California.

En fin, dos vehículos idénticos, abandonados en dos barrios con poblaciones muy distintas y un equipo de especialistas en psicología social estudiando el comportamiento de las personas en cada lugar.

El coche abandonado en Bronx empezó a ser objeto de vandalismo en pocas horas. Se los llevaron todo que pudiera ser aprovechado y los que no pudieron llevar, se los estropearon. El vehículo abandonado en Palo Alto, a su vez, se mantuvo intacto.

Así que el vehículo abandonado en Bronx ya estaba totalmente estropeado y lo de Palo Alto hace una semana estaba impecable, los investigadores rompieron un vidrio del vehículo de Palo Alto.

Después que el vidrio fuera roto, se desencadenó el mismo proceso que lo de Bronx, y el robo, la violencia y el vandalismo redujeron el vehículo al mismo estado que a lo del barrio pobre.

Por lo tanto, el vandalismo no se trata de pobreza, sino algo conectado a la psicología humana y a las relaciones sociales.

Una ventana rota en un vehículo abandonado pasa la idea de deterioro, de falta de interés, de despreocupación que se vaya a romper los códigos de convivencia, como de ausencia de leyes, normas, reglas, un verdadero todo vale.

Así, en experiencias posteriores (James Q. Wilson y George Kelling), desarrollaron la Teoría de las Ventanas Rotas, y concluyeron que el delito es más grande en las zonas donde el descuido, la suciedad, el desorden y el maltrato son más grandes.

Si se cometen pequeñas faltas (así como, aparcar en lugar prohibido, exceder el límite de velocidad o cruzar la calle con el semáforo en rojo), y nadie sea punido, entonces las faltas más grandes empezarán y pronto los delitos serán más graves.

Si las actitudes violentas son permitidas como algo normal en el desarrollo de los niños, el estándar de desarrollo será de más violencia cuando estas personas sean adultas.

Si los parques y otros locales públicos estropeados son abandonados por la mayoría de las personas, estos espacios abandonados por las personas serán ocupados por los delincuentes.

En 1996, Kelling, en conjunto con Catherine Coles, lanzó otra obra a respecto de la teoría de las ventanas rotas: Fixing Broken Windows – Restoring Order and Reducing Crimes in Our Communities (Arreglando las Ventanas Rotas – Restaurando el Orden y Reduciendo el Crimen en Nuestras Comunidades).

En este libro, los autores demuestran la relación de causalidad entre la criminalidad violenta y la falta de represión a pequeños delitos y contravenciones, así como el desorden lleva a la criminalidad, la tolerancia a pequeños delitos y contravenciones, lleva inevitablemente a la criminalidad violenta.

Kelling y Coles demuestran cómo, a lo largo del siglo XX, la policía americana fue, poco a poco, abandonando sus tareas en el mantenimiento del orden público a fin de dedicarse, en exclusivo, al combate del crimen. La raíz del aumento de la violencia en los EUA en la segunda mitad del siglo XX está, también, en este cambio de estrategia de la policía.

En Brasil, la prioridad adoptada por las autoridades consiste en priorizar el combate a la criminalidad violenta. Debido a esta estrategia, se crea un círculo vicioso que alimenta la criminalidad violenta.

Las autoridades no combaten el desorden y los pequeños delitos porque entienden que se debe priorizar el combate a la criminalidad violenta. Sin embargo, la criminalidad violenta es el resultado de la falta de combate al desorden y a los pequeños delitos. Este ciclo necesita ser roto.

De hecho, la autoridad aisladamente puede no entender que solo una ventana rota sea tan importante para permitir que la policía ejerza alguna autoridad. Lo que pasa es que la autoridad nota solamente una parte de la calle en un cierto momento, mientras el público nota todo el contexto y la sucesión de hechos, que presenta la decadencia de su calle y de su comunidad.

De esa manera, la Teoría de las Ventanas Rotas apunta un camino para reducir la criminalidad, lo cual tuvo efectos positivos en los EUA y tiene como base la represión al desorden y a los pequeños delitos, y, también, la vigilancia comunitaria.

En 1990, Kelling y Wilson Bratton, fueron destinados a combatir la violencia en Nueva York. El metro fue el primer laboratorio para probar que, “si se arreglaran ventanas rotas”, la delincuencia sería reducida.

La policía empezó a combatir los delitos más pequeños. Aquellas personas que entraban sin pagar, que orinaban en público, que mendigaban de forma agresiva o que hacían pintadas en las paredes y trenes eran detenidas, fichadas e interrogadas. Las pintadas eran borradas en el mismo momento.

Con las medidas, la delincuencia en el metro fue reducida en 75% y siguió cayendo a cada año. Después del éxito en el metro y en los parques, fueron aplicados los mismos principios en otros sitios y en otras ciudades.

Ciertamente, los resultados obtenidos no fueron solo debido a esas medidas, sino la experiencia de Nueva York no se iba a repercutir a todo el mundo.

Además, se realizó una profunda restructuración del Departamento de Policía de Nueva York teniendo como una de las premisas básicas siempre las postulaciones de la Theory of Broken Windows, o sea, la necesidad de cohibir el desorden y reprimir los pequeños delitos.

Otra iniciativa fue la de atacar el comportamiento de grupos de jóvenes los cuales extorsionaban dinero de choferes después de que ellos habían lavado el limpiaparabrisas de los vehículos sin que les fueran solicitado hacerlo. Aquello que parecía, en un primer momento, algo con que la policía no debería preocuparse, estaba, en verdad, amenazando a los choferes a menudo. Se trataba de una ventana rota.

Como este comportamiento se constituye de una infracción menor, punida solo con servicios comunitarios, estas personas no podían ser detenidos, pero solo notificadas a comparecer en juicio, lo que no seguía ocurriendo. Se lo empezó a realizarlo.

En el empiezo, los delincuentes no comparecían, lo que les autorizaba a que fueran detenidos. Debido a la punición, lo que durante años aterrorizaba la vida de los chóferes de Nueva York fue segado en semanas.

Otras pequeñas victorias en contra pequeños ilícitos confirmaron la teoría: una persona fue detenida por orinar en un parque, cuando cuestionada, dio informaciones a la policía las cuales resultaron en la localización de un escondrijo de armas; un motorista fue detenido por manejar sin casco, al ser revistado, se las localizaron armas con él, entre otros diversos casos.

Por supuesto, ni toda persona que practica un pequeño delito puede ser considerada capaz de un delito grave. Sin embargo, si no se encuentra ninguna represión al pequeño ilícito practicado, podrá, en el futuro, realizar delitos más graves. Además, de acuerdo con lo demostrado se puede obtener informaciones a respecto de criminales peligrosos.

Y ello no solamente se aplica al público, sino también a muchas otras facetas de la vida social. Si una empresa negligencia algunas normas éticas, el ambiente se deteriora. Si la contabilidad engaña para pagar menos impuestos, es más fácil que los empleados también mientan a los gerentes y propietarios. Si lo que importa es la rentabilidad a corto plazo, negligenciando las normas de seguridad y salud ocupacional y seguridad del producto o servicio, son personas con menos respeto, el cliente es cada vez más un objeto y no una persona cuyas necesidades deben ser satisfechas.

Otro fundamento de la Theory of Broken Windows, la vigilancia comunitaria, también fue aplicado en Nueva York al contractarse más policías para trabajar en las calles y en las comunidades.

El resultado de la aplicación de la Theory of Broken Windows por el Departamento de Policía de Nueva York fue la disminución, por primera vez en treinta años, de las tasas de criminalidad en aquella ciudad.

Esta política de seguridad pública, la de la aplicación de la teoría de Kelling en el combate a la criminalidad en Nueva York es conocida como “operación tolerancia cero”, pero, la operación, al contrario de una simple “limpieza” de las calles centrales de la ciudad, que, en una visión simplificada, consistiría solamente en la retirada de prostitutas, gigolós, borrachos y traficantes de las calles centrales de Nueva York, significó la reparación de las “ventanas rotas” y el restablecimiento del orden.

  1. III. LA APLICACIÓN DE LA TEORÍA DE LAS VENTANAS ROTAS EN LAS CANCHAS DE FÚTBOL

A pesar de Brasil poseer el Estatuto del Hincha lo cual garantiza los derechos de los consumidores de eventos deportivos, muchas veces, el hincha es tratado como manada sin civilidad y de forma desrespetuosa.

Otrosí, las canchas brasileñas se encuentran en estado deplorable especialmente a lo que concierne a los baños e higiene en general.

Delante de esta situación, la sensación psicológica del hincha es de desorden, lo que le trae la sensación de impunidad necesaria a la práctica de actos de violencia.

Además, pequeños delitos, contravenciones y actos de desrespeto como el consumo de drogas, cambiazo, empujones en colas ocurren sin la menor represión.

Por lo tanto, deben las autoridades mantener las canchas en condiciones perfectas de conservación e higiene, así como todos los actos hostiles deben ser severamente punidos. Tales comportamientos corresponden a la aplicación de la Teoría de las Ventanas Rotas.

Por ejemplo, el primer caso de violencia en canchas de fútbol que se tiene noticia en Suramérica se dio en un partido entre Argentina y Uruguay el 16 de julio de 1916 en la cancha del Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires. 40 mil entradas para el juego fueron vendidas, siendo que el local podría recibir solamente la mitad. Como resultado, parte de la cancha acabó siendo incendiada. Según El Clarín:

“Las por entonces improvisadas fuerzas del orden - apenas 18 policías presentes en la cancha - nada pudieron hacer para evitar lo que algunos investigadores coinciden en llamar el primer hecho de violencia del fútbol argentino. Las crónicas de la época dicen que aquel frío 16 de julio de 1916 quisieron entrar 40 mil hinchas en el estadio de Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires. Ese, precisamente, fue el primer problema: allí, y únicamente amontonados, cabían 20 mil. Así arrancó la barbarie aquella tarde en la arbolada zona de Palermo.”

O sea, la violencia fue consecuencia del desorden causado por la falta de actuación del Poder Público argentino.

Como se lo destacó Heloisa Helena Baldy dos Reis (2006):

“De forma rápida, en un análisis micro se puede decir que los factores generadores de violencia relacionada al fútbol son: la impunidad, la falta de infraestructura de las canchas, la falta de competencia en la organización de los espectáculos futbolísticos, la irresponsabilidad de los promotores de eventos deportivos, los límites de los agentes de seguridad que trabajan en las canchas de fútbol, además de la falta de una política pública de seguridad preventiva.

Para Jimenez Jimenez (España. 1990) la psicología social explica las causas de la violencia en las canchas de fútbol donde se incluye:

“(…) La disminución del control social – la sensación de anonimato por estar en una masa.”

Estudios realizados en Europa han concluido que la falta de infraestructura de las canchas es directamente responsable por los actos de vandalismo y de otras formas de violencia adentro de ellos.

Como destaqué en el artículo “Estatuto del Hincha: Conquistas, Alteraciones, Nuevos Paradigmas” publicado en el libro Derecho Deportivo & Deporte (2010):

“El hincha consumidor, cada vez más exigente, irracional y apasionado por la naturaleza, capaz de, por esta pasión, distorsionar la realidad en beneficio del Club de su corazón, debe ser tratado como el protagonista.”

O sea, al adquirir el producto “espectáculo deportivo”, el hincha debe ser tratado con respecto desde el momento que adquiere las entradas, pasa por el portal de la cancha, compra productos, usa los baños, hasta el momento de su salida. El mal trato acaba por generar un ciclo de animosidad que ciertamente será exteriorizado con actitudes violentas.

Incluso, los organizadores de competiciones y eventos deportivos tienen el “deber” de “tomar todas las medidas necesarias” a fin de que, se desarrolle normalmente el espectáculo sin peligro al público y participantes.

“Esta obligación de seguridad, a cargo del organizador del espectáculo deportivo, es una “obligación de resultado”. De allí, que a la víctima del hecho daño sucedido durante las competencias le baste probar el daño sufrido y la relación de causalidad, con lo cual emerge el incumplimiento contractual incurrido por el empresario. Por ello, no tiene necesidad de acreditar la culpa del organizador, la que está presumida precisamente por el solo hecho del incumplimiento.” (Carlos Mario Bosso, 1984)

Así, según Recomendación REC (2003) I del Comité de reglas sociales y medidas educacionales en la prevención de la violencia en el deporte y manual de prevención de la violencia en el deporte, Francia, 2006

“El Tratado recomienda fundamentalmente: - la presencia de un servicio de seguridad en las canchas y en las distintas vías de acceso; - la separación de hinchas rivales; - el control de la venta de entradas; - la expulsión de los causadores de tumulto; - la restricción a bebidas alcohólicas; - los controles de seguridad; - la clara distribución de responsabilidades entre los organizadores y las autoridades públicas; - la adecuación de las canchas y de las graderías provisionales a fin de que sea garantizada la seguridad de los espectadores.”

Heloisa Helena Baldy dos Reis asegura que:

“Los documentos del Comité de Europa concluyeron que el deterioro de las instalaciones de las canchas podrá ser un factor generador de violencia envolviendo espectadores de fútbol adentro de las canchas, así como la mala organización del fútbol y de su espectáculo. Por eso considero fundamental la inversión en la modernización de nuestras canchas llevándoselas en consideración las normas internacionales de seguridad.”

Se nota, por lo tanto, un conjunto de acciones coordinadas entre las entidades privadas del fútbol y del Poder público a fin de atacar a la violencia en las canchas de fútbol preocupándose, especialmente, con más calidad del “producto espectáculo deportivo”.

Así, se percibe que un acompañamiento más cercano y más efectivo por parte de las autoridades a lo que se refiere a la infraestructura y a la acción de los hinchas arreglando los estragos y puniéndolos inmediatamente se constituiría en una herramienta importante en el combate a la violencia en las canchas de fútbol.

  1. IV. CONCLUSIÓN

Se percibe que la violencia en las canchas de fútbol ya han excedido el límite de lo tolerable y no se puede ignorar ejemplos de éxito en el combate a la criminalidad. El ejemplo americano de aplicación de la Teoría de las Ventanas Rotas, se debe, al mínimo, ser llevado en cuenta.

El desorden es, comprobadamente, una fuente de criminalidad y debe ser rigurosamente combatido. Por lo tanto, en este aspecto, la Theory of Broken Windows constituye una política de prevención a la criminalidad violenta.

© AEDD 2019

 

Gustavo Lopes Pires de Souza
Máster en Derecho Deportivo
Vicepresidente del Instituto Brasileño de Derecho Deportivo

 

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